miércoles, 2 de mayo de 2007

[ARTICULO] Agrocombustibles

AGROCOMBUSTIBLES

Peor el remedio que la
enfermedad

Con la excusa de salvar el medio ambiente, los mayores
contaminadores del planeta se han lanzado a un nuevo negocio
que amenaza con exterminar territorios alimentarios

Estamos ante una formidable campaña global para acelerar la producción
de agrocombustibles a partir de la soya, el maíz o la caña de
azúcar en reemplazo de los derivados del petróleo. La
justificación se fundamenta en una realidad cruda: la
contaminación del medio ambiente. Y así, subidos a la cresta
de la ola ambientalista, los mayores contaminadores del
planeta lanzan su nueva ofensiva. La cumbre de la Unión
Europea aprobó que en el 2020 un 10% del consumo total de
energía provendrá de agrocombustibles. Estados Unidos está
inaugurando una destilería para combustibles vegetales por
semana: ya están funcionando 120. Las mismas empresas
multinacionales que inventaron los transgénicos [Monsanto,
Nidera y Cargill] además del potentado George Soros y otros,
anuncian fuertes inversiones en destilerías y en la creación
de nuevas semillas. Para completar la rueda del negocio,
George Bush se reunió en marzo con las tres empresas
automotoras más grandes [General Motors, Ford y Chrysler] para
adaptar sus productos a la nueva generación de
agrocombustibles.
Argentina se subió a la
nueva ola. Este febrero fue reglamentada la ley 26.093 que
crea un régimen de desgravaciones e incentivos para la
producción de agrocombustibles.

Las consecuencias no se han hecho esperar. En el último año el
precio internacional del maíz más que se duplicó. Estados
Unidos, principal productor mundial del grano, lo vende a
México un 150% más caro. Por lo tanto el precio de la
tortilla, alimento básico de los mexicanos, se elevó
abruptamente y provocó masivas protestas. Para muchos,
fue el primer campanazo.



Lester Brown, director del Earth Policy Institute y ex funcionario de
varios gobiernos estadounidenses, advirtió: La cantidad de
cereal que se necesita para llenar un tanque de 25 galones
[casi 100 litros] con etanol una sola vez alcanza para
alimentar a una persona un año entero. Por eso añadió: la
competición por los granos entre los 800 millones de
automovilistas y los 2000 millones de personas más pobres que
hay en el mundo puede conducir a revueltas populares.


También en Argentina se sienten los altos precios del maíz en los
bolsillos del consumidor. Se encareció la tierra y por ende,
subirán los costos de todos los sembrados.


La polémica está abierta. Los movimientos sociales lanzan voces
de alerta y no son pocos los investigadores con visiones muy
distintas a las planteadas por las petroleras ahora devenidas
destiladoras del combustible verde. El periodista británico
George Monbiot, por ejemplo, hizo cálculos y descubrió que
para mover solamente nuestros coches y autobuses con
agrodiesel se requerirían sembrar 25,9 millones de hectáreas.
Sin embargo, existen en el Reino Unido solo 5,7 millones de
hectáreas. Si esto sucediese en toda Europa, las consecuencias
sobre el suministro de alimentos serían desastrosas.


Ricardo Mascheroni, investigador de la Universidad Nacional del
Litoral, también hizo cálculos: si hoy el mundo abandonara la
quema de hidrocarburos y pasase a los agrocumbustibles, se
necesitaría plantar una cantidad de hectáreas equivalentes a
varios planetas. El Ingeniero Miguel Baltanás, investigador
superior del CONICET, apuntó además que para incorporar
agrodiesel en un porcentaje de tan sólo el 2%, sería necesario
emplear el 50% de la producción mundial de aceites vegetales.
De esto podemos inferir, añade Marcheroni, que si el
porcentaje fuera del 4% del total, deberíamos usar todos los
aceites vegetales que se producen en el mundo. Entonces, se
pregunta ¿con qué haremos las papas fritas?


Pero lo que está en juego es mucho más que la fritura de papas, es
una concepción sobre lo que vendrá: ¿business o alimentos para
toda la humanidad? Lo cierto es que el negocio de las
multinacionales amenaza con exterminar territorios
alimentarios, y por lógica consecuencia, habrá más hambre y
más devastación ambiental. Porque además los agrocombustibles,
tal como están planteados, no mitigarán el cambio climático:
La combustión de agrodiesel, nos señala el ingeniero Baltanás,
produce más óxidos de nitrógeno, los que en la atmósfera
producen un efecto invernadero 24 veces superior al de dióxido
de carbono.



La conclusión a la que llegan entonces Mascheroni y otros es la
siguiente: ¿En dónde vamos a producir alimentos, si tendremos
que tapizar de soya, maíz y otros monocultivos hasta los
canteros de las casas? Estamos frente a otra propuesta
colonial de multinacionales que además de la soya, su aceite o
el agrodiesel que se exporta, se llevan el agua y los
nutrientes del suelo y nos dejan la contaminación, la
desertificación, la aniquilación de biodiversidad y la pérdida
de calidad de vida. Un negocio redondo.



Miguel Angel Altieri, doctor en agroecología y profesor en la
Universidad de Berkeley, California, considerada uno de las
mayores de la investigación del medio ambiente en relación con
los movimientos sociales, denunció qué hay detrás del proyecto
sobre agrocombustibles. Señaló:
Los
agrocombustibles son una tragedia ecológica y social. Con su
producción se creará un problema muy grande de soberanía
alimentaria, ya que hay miles de hectáreas de soya, caña de
azúcar y palma africana que se van a expandir, lo que va a
producir una deforestación masiva. Esto ya está pasando en
Colombia y en el Amazonas. Además va a aumentar la escala de
producción de monocultivos mecanizados con altas dosis de
fertilizantes y específicamente Atrazina, que es un herbicida
muy nocivo con irrupción endocrina.


El desarrollo de los agrocombustibles no tiene ningún sentido
energético, ya que todos los estudios que se han hecho
demuestran que se necesita más petróleo para fabricar
agrocombustible. Por ejemplo, en el caso del etanol de maíz se
necesitan 1,3 kilocalorías de petróleo para producir una
kilocaloría de agroetanol.



Estamos ante el diseño de una nueva estrategia de reproducción por
parte del capitalismo, que está tomando el control de los
sistemas alimentarios. Se está produciendo la alianza inédita
de multinacionales petroleras, biotecnológicas, de autos, los
grandes mercaderes de granos y algunas instituciones
conservacionistas que van a decidir cuáles van a ser los
grandes destinos de los paisajes rurales de América Latina.

Para que Estados Unidos produzca todo el etanol que necesita para
reemplazar su petróleo, debería cultivar seis veces su
superficie. Entonces, está claro que lo van a hacer en los
países de América Latina y de hecho, ya están en camino.

Se trata de un imperialismo biológico.

Arturo M. Lozza
Buenos Aires, 26/04/2007

http://www.ConcienciaPlanetaria.es